Reflexiones para tí.

El escándalo del dolor

Despierta; ¿por qué duermes, Señor? Despierta, no te alejes para siempre. ¿Por qué escondes tu rostro, y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra? Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo, y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra. Salmo 44:23-25.

Hay otro grupo de incrédulos cuyo escepticismo es muy respetable, y que tiene razones muy atendibles por las que rechazan lo que conocen del cristianismo. Si tuviéramos que sintetizar la razón de su malestar, diríamos que están decepcionados de Dios, tal como lo conciben, y de la religión.

Hay quienes, al contemplar el dolor que padece la humanidad y aun los animales, sobre todo cuando los sufrimientos llegan a un grado brutal, sienten una profunda herida espiritual, y no pueden concebir que si Dios existiera, y fuera el ser tan bondadoso y todopoderoso que proclama la religión judeocristiana, pudiera permitir grados tan terribles de dolor. Por lo tanto, su conclusión es que o Dios no existe (ateísmo); o es un Dios lejano, que no se interesa en nosotros (deísmo); o si existe y no es capaz de “manejar bien el mundo”, prefieren darle la espalda (antiteísmo). Están resentidos contra Dios. Y, como comprenderás, este sentimiento es legítimo, teniendo en cuenta que no han llegado a conocer y experimentar el amor de Jesús, como lo han hecho los creyentes.

Este es el mayor desafío para los cristianos, a la hora de afirmar su fe en Dios y ayudar a otros a creer en él. Tampoco nosotros, los que creemos, tenemos una respuesta plenamente satisfactoria que explique cómo es que Dios puede permitir tanto sufrimiento. Y las respuestas simplistas que solemos dar en defensa de Dios lo único que logran es exacerbar más la indignación de estos escépticos. Debemos, en este caso, ser respetuosos, sensatos, y orar mucho por ellos y tener paciencia para saber encontrar el momento justo para que traten de conocer a Dios en la expresión máxima de su amor e identificación con nuestro dolor, que es la muerte también brutal de su Hijo Jesucristo en la cruz.

La Cruz y la segunda venida de Cristo, en la que Dios pondrá fin al mal y el dolor, son la única gran respuesta al problema del sufrimiento.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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