Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero. 1 Corintios 15:21.

¿Nos invita acaso Jesús al suicidio psicológico, con su exhortación a negarnos a nosotros mismos, a tomar nuestra cruz y a seguirlo? ¿Es posible que ser cristiano implique un desprecio por la vida, una mutilación de la personalidad, una despersonalización alienante, un “estar muerto en vida”, como acusa el mundo incrédulo? ¿Nos llama Jesús a un masoquismo espiritual y a empequeñecer -por no decir, anularla existencia y el goce de la vida? De ningún modo. El mismo Jesús también declaró: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

¿Cuál es el significado, entonces, de esta exhortación de Jesús? Me ha ayudado a entender el sentido último de este texto el pensamiento de Viktor Frankl. Él encuentra que hay un fenómeno humano que le proporciona suficiente sentido a la existencia como para creer que vale la pena vivir aún bajo las peores circunstancias, tal como él lo verificó en los campos de concentración del nazismo: la auto trascendencia.

“Nos sale aquí, al paso, un fenómeno humano que yo considero fundamental desde el punto de vista antropológico: la auto trascendencia de la existencia humana. Quiero describir con esta expresión el hecho de que en todo momento el ser humano apunta, por encima de sí mismo, hacia algo que no es él mismo, hacia algo o hacia un sentido que hay que cumplir, o hacia otro ser humano, a cuyo encuentro vamos con amor.

“En el servicio a una causa o en el amor a una persona, se realiza el hombre a sí mismo. Cuanto más sale al encuentro de su tarea, cuanto más se entrega a su compañero, tanto más es él mismo hombre, y tanto más es sí mismo. Así pues, propiamente hablando, solo puede realizarse a sí mismo en la medida en que se olvida de sí mismo, en que se pasa por alto a sí mismo”.

¿No suena esto muy parecido a lo que Jesús nos dice en el texto que estamos analizando? Mañana seguiremos ahondando en este pensamiento.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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