Reflexiones para tí.

Nuestro Modelo de entrega

Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Mateo 3:14, 15.

¿Necesitaba Jesús el bautismo? ¿Era él un transgresor que tenía pecados de los cuales debía arrepentirse? En ninguna manera. Ya hemos visto en más de una ocasión que la Biblia presenta la absoluta impecabilidad de Jesucristo.

Sin embargo, Jesús le responde humildemente a Juan, pero con autoridad, que lo bautice, porque “así conviene que cumplamos toda justicia”. En otras palabras, aun cuando Jesús no tenía pecados de los cuales arrepentirse, sino que él mismo vino para quitar nuestros pecados mediante su muerte en la cruz -como Cordero inocente y Sustituto nuestro-, se pone a la cabeza de la humanidad y, como Representante nuestro, se identifica con nosotros y hace lo que, en justicia, nadie podría exigirle: pide ser bautizado.

El bautismo no tiene virtudes mágicas, pero es un símbolo muy significativo de nuestra relación con Dios, así como una ceremonia de bodas no le agrega nada mágico a la relación de una pareja que se está casando, pero es un símbolo significativo de la relación de amor, entrega y compromiso que están dispuestos a asumir alegremente los contrayentes. Recibir el bautismo es el equivalente de “casarse” con Cristo, entregarse a él para amarlo, confiar en él, renunciar a toda otra relación de absoluta lealtad (llámese pecado, cosas o personas), hacer su voluntad y servirlo. No es decidir “probar suerte” con Jesús, sino “echar nuestra suerte con Jesús”; apostar la vida a él.

Con este y otros actos, que veremos más adelante, Jesús también nos enseña otra cosa: su falta de egocentrismo, de apego al yo. Él no defendió sus derechos y prerrogativas divinas en beneficio propio. Él no tenía por qué bautizarse, y sin embargo aceptó someterse a algo que no le correspondía, con tal de damos ejemplo y mostrar su identificación con nosotros. Había algo más grande, más importante que “patalear” y defender su “estatus” espiritual; y eso era salvarnos y mostrarnos el camino que debemos seguir: la renuncia al pecado y la entrega total a Dios.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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